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Confía, persevera y triunfa: Cómo enfrentar obstáculos y seguir adelante como cuidador y en la vida

La ilusión de la perfección y por qué no funciona

Imagina por un momento cuántas cosas podrías lograr si el panorama estuviera limpio, cuadrado y perfecto. ¿Cuántas? ¿Todas? Probablemente pienses: “¡Claro, todas!”

Lamentablemente, la realidad es otra: ninguna meta se alcanzaría si esperáramos que todos los posibles obstáculos desaparecieran primero. ¿Por qué? Porque es imposible remover todos los obstáculos. La vida no funciona así.

Prepararse para estar listo: el peligro de esperar demasiado

¿Alguna vez te has encontrado “preparándote para estar listo”? Yo he pecado de eso muchas veces. Le das vueltas a un asunto, planeas cada detalle, porque quieres que todo esté perfecto antes de tomar acción. Pero esperar el momento perfecto solo logra una cosa: quedarte congelado, perdiendo oportunidades de avanzar.

Piensa en tu día a día: cuando sales a trabajar, ¿esperas que todas las luces estén verdes, que no haya accidentes de tránsito, o que no haya un hoyo escondido bajo un charco que pueda hacerte caer? No. Te vistes, tomas tu café y sales. Y si encuentras semáforos en rojo, un accidente, o un charco traicionero, te adaptas, resuelves el problema y sigues adelante.

Obstáculos cotidianos: un ejemplo real como cuidador

Lo mismo sucede en el día de un cuidador. Podemos planificar algo al detalle y, de repente, surge un obstáculo que cambia nuestros planes. Y eso está bien, porque la acción siempre será más importante que la perfección.

Ayer, por ejemplo, preparé el desayuno de mi papá y lo vestí para salir a una cita médica. Todo parecía listo… hasta que escuché ese sonido aterrador de un tumbler de acero inoxidable cayendo al piso. Pensé: “¡Nooo!”

Al entrar al dormitorio, vi el desastre: jugo de ciruela derramado por toda la habitación. Ropa, zapatos, silla, cama, piso, pared… todo estaba manchado. Con resignación, tuve que empezar de nuevo: limpiar, asearlo, vestirlo con ropa limpia, cambiar los zapatos y poner a lavar toda la ropa sucia.

Finalmente, con un poco de retraso, salimos para la cita médica. Sin embargo, un tremendo tapón de tránsito nos retrasó aún más. Llamé a la oficina para notificar que llegaríamos tarde, y me dicen: “No te preocupes, no tenemos electricidad ni internet, y el doctor aún no ha llegado.”

Adaptarse y perseverar: la clave para superar imprevistos

Ahí estaba yo, cansada y pensando: “me desperté a las 5am, preparamos todo, pasamos casi dos horas en un tapón… y ahora puede que se cancele la cita”. Sin embargo, decidí perseverar. En momentos así, nuestra resiliencia se pone a prueba: lo que parece un obstáculo insuperable, muchas veces solo es un paso más en el camino.

Cuando finalmente llegamos, la oficina seguía sin electricidad, pero habían conseguido recibir pacientes de alguna manera. Me permitieron dejar a mi papá en su silla de ruedas mientras yo esperaba afuera. En ese momento recibí la llamada de mi hermana: “pues diles que te den otra cita”, me dijo. Y pensé: “con todo lo que pasamos para llegar hasta aquí, ¿en serio voy a cancelar?”. La perspectiva cambia según quién la observe: para ella, que vive cerca de la oficina, parecía fácil; para mí, que venía de otro extremo de la isla, cada minuto contaba.

Finalmente, la electricidad volvió y en apenas 15 minutos logramos que lo atendieran. A pesar de todos los contratiempos, llegamos a la meta. Esa sensación, esa satisfacción de haber perseverado, es invaluable.

Lecciones que los obstáculos nos enseñan

La vida, y especialmente el camino de un cuidador, es así. Surgen obstáculos, imprevistos, errores, retrasos… y aun así seguimos adelante. Como decimos en Puerto Rico, algunas situaciones son simplemente “pajitas que caen a la leche”: no podemos controlar todo, debemos quitar lo que no sirve y continuar con lo que nos es útil.

Esta misma filosofía se aplica a muchas otras áreas de la vida. Por ejemplo, en el proceso de comprar o vender una propiedad, también surgen obstáculos: trámites que se retrasan, negociaciones que no salen como esperábamos, problemas imprevistos con inspecciones o documentación. La diferencia entre quienes logran su meta y quienes se estancan no está en que los obstáculos no aparezcan, sino en la capacidad de mantener la calma, adaptarse y actuar.

Como cuidadores, y como cualquier persona que persigue una meta, debemos recordar que la resiliencia se construye con cada paso que damos, con cada contratiempo que superamos. No podemos esperar que el camino esté libre de piedras; lo que sí podemos hacer es aprender a sortearlas, a levantarnos cada vez que caemos, y a mantener nuestro enfoque en la meta.

Cuando aprendes a enfrentar cada pequeño desastre con paciencia y determinación, desarrollas habilidades que nadie te puede enseñar de otra manera: la capacidad de improvisar, de adaptarte, de mantener la calma bajo presión. Son estas habilidades las que nos permiten triunfar en circunstancias que parecían imposibles.

La próxima vez que te encuentres frente a un obstáculo, recuerda la historia del desayuno derramado, del tapón de tránsito y de la oficina sin electricidad. No todo salió como planeé, pero actué, perseveré y logré que la cita se llevara a cabo. Y así es como funciona la vida: dar un paso a la vez, confiar en nuestra capacidad y no esperar a que todo sea perfecto para empezar.

Confía, persevera y triunfa: acción vs perfección

Confía, persevera y triunfa. Ese es el mensaje central: no esperes a que la vida esté perfecta para actuar. No busques que los obstáculos desaparezcan antes de comenzar. Aprende a caminar con ellos, a adaptarte, y verás cómo cada reto superado te hace más fuerte, más capaz y más cerca de tu meta.

La acción constante, la resiliencia y el enfoque son mucho más poderosos que la perfección. Y esto aplica tanto en el cuidado de un ser querido como en los proyectos de nuestra vida personal o profesional. No importa cuántos obstáculos aparezcan: siempre que mantengas la fe, confíes en tu capacidad y no te rindas, alcanzarás tu objetivo.

Así que hoy, sin importar los problemas que surjan, sin importar los errores, sin importar que todo se vea desordenado o imperfecto, da un paso. Luego otro. Y otro más. Al final, mirarás atrás y verás todo lo que lograste, todo lo que superaste y todo lo que valió la pena.

Confía, persevera y triunfa.

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